
Un buen gol de Paulinho en los primeros minutos de la prórroga dio el pase a los cuartos de final a un Palmeiras más ambicioso que el Botafogo. El equipo que puso patas arriba el Mundial con la inesperada victoria ante el PSG que tanto perjudicó al Atlético ofreció su peor versión en los cuatro partidos que ha disputado. El choque tuvo la intensidad propia de un mata-mata (eliminatoria) entre los dos últimos campeones de la Copa Libertadores con el aditivo de ser ambos brasileños y también estar marcados a fuego por la rivalidad del fútbol carioca y el paulista. Álex Téllez y Richard Ríos fueron los primeros en saber que el duelo iba de hacha y tiza.
El conocimiento mutuo que se tienen el técnico del Botafogo, Renato Paiva, y el del Palmeiras, Abel Ferreira, también añadió cemento al choque. Pierna dura, faltas tobilleras y alguna tarascada de propina que paró el juego en exceso. Si acaso, a los puntos salió ganador del primer tiempo el Verdao. El Palmeiras fue a buscar arriba al Botafogo y este no tuvo ni la fluidez, ni la precisión, ni la claridad para encontrar al jugador libre que exhibió ante el PSG y el Atlético. Ferreira había adiestrado bien a sus futbolistas.
En ese fútbol de trincheras apenas hubo lugar para unos destellos del escurridizo Estevão y una llegada de Vitor Roque a un centro de Piqueres que apuró a John. En el Botafogo nada de Igor Jesús, Artur, Savarino y Allan. El segundo acto se inició rebajado de revoluciones cancheras. Fue más limpio y ahí emergió el liviano Estevão. Enseñó desborde hacia dentro un par de veces. En un zurdazo enroscado exigió a John la primera gran parada de su inspirada tarde. El exportero del Valladolid fue el mejor del Botafogo, espléndido en dos disparos del dinámico volante colombiano Richard Ríos.
Extrañó que Ferreira sentara a Estevão, que estaba en su karma. El chico, de silueta similar a la del exmadridista Robinho, se fue mascullando maldiciones. Ferreira le cambió por Paulinho, que ganó el partido con una maniobra muy fina: finta de recorte y un toque ajustado. Solo entonces, con el agua al cuello, el Botafogo creció. Vitinho tuvo el empate en un pase curvo de Montoro que reventó contra la red lateral. Hubiera sido injusto.