Editorial

¿Qué más quiere el MAS?

Lo tuvieron todo. Tuvieron el control del Estado, una bonanza económica sin precedentes, mayoría parlamentaria, respaldo popular, poder sindical, poder judicial...

Editorial | | 2025-06-14 08:52:33

Lo tuvieron todo. Tuvieron el control del Estado, una bonanza económica sin precedentes, mayoría parlamentaria, respaldo popular, poder sindical, poder judicial, medios, calles, territorio. Durante casi 15 años el Movimiento al Socialismo (MAS) gobernó sin contrapesos. Y sin embargo, lo hicieron añicos.

Destruyeron la institucionalidad, distorsionaron la democracia, sometieron a la justicia, alimentaron la corrupción, destruyeron la producción nacional con políticas extractivistas de corto plazo y clientelismo feroz. No les bastó. No aprendieron. No se arrepienten. Y ahora, cuando Bolivia se desmorona económica y socialmente, todavía quieren más.

Evo Morales —quien nunca aceptó haber perdido el referéndum de 2016— anuncia su retorno como si fuera un salvador y no el artífice de esta decadencia. Lo hace con el mismo discurso populista de siempre, como si el país no hubiera pagado ya el precio de su ambición. Habla de "recuperar el proceso", cuando lo que busca es restaurar el caudillismo, reactivar el culto a su figura y garantizar impunidad para él y su entorno. El MAS quiere volver a tener el poder absoluto. ¿Para qué? ¿Para repetir la misma receta que llevó a Bolivia al desastre actual?

El país vive las consecuencias de un modelo agotado. Se acabaron las reservas, el dólar paralelo se dispara, el aparato productivo está contra las cuerdas, y el gobierno sigue repartiendo culpas mientras niega la realidad. Y en medio de este derrumbe, el partido que lo generó solo piensa en cómo mantenerse en el poder, no en cómo sacar a Bolivia del abismo.

Ni siquiera los conflictos internos entre "arcistas" y "evistas" ofrecen una esperanza de renovación. Ambos bandos representan lo mismo: una lucha por el botín, no por el país. Se acusan mutuamente, pero comparten el mismo ADN político. Usan al Estado para su beneficio, instrumentalizan la justicia, desprecian la ley y manipulan a las bases sociales con discursos vacíos.

Entonces, ¿qué es lo que quiere el MAS? Ya tuvo el poder. Ya lo destruyó todo. ¿Quiere terminar de hundir lo poco que queda en pie? ¿Quiere que Bolivia se parezca a Venezuela? ¿Que la gente haga colas para comprar pan, mientras los jerarcas del partido se enriquecen con contratos y tierras? ¿Quiere eternizar un modelo de impunidad, persecución y ruina?

La obstinación del MAS no es ideológica. Es instinto de supervivencia. Teme perder el poder porque sabe que detrás vienen las cuentas pendientes. Por eso no suelta. No importa si el país se incendia, si la economía colapsa, si el hambre crece o si se rompe el tejido social. Lo importante es seguir mandando, seguir controlando, seguir saqueando.

Bolivia necesita romper este ciclo destructivo. El país no soporta otro experimento autoritario, otra década de populismo corrosivo. Necesita volver a creer en la ley, en el mérito, en el trabajo productivo, en una democracia real. Y para eso, primero hay que responder con claridad y sin miedo: el MAS no puede volver. No porque ya gobernó, sino porque demostró que lo único que sabe hacer es destruir.