Empresa pública: empresa quebrada: “Nadie cuida lo que no le pertenece”. Praeclarus et obvius. Pukymon.
Conozco un país, Bloquivia, situado en el corazón de Sudamérica, alejado de los mares y aislado del mundo, cuyos habitantes desean progresar, convivir y cooperar unos con otros para vivir en paz y concordia. Como en todas partes, sus habitantes son de diferentes colores, tamaños, usos y costumbres.
Pero algo que necesitan entender es que, para progresar y vivir en paz, deben ganarse el pan con su esfuerzo, apegarse a una norma de conducta basada en el respeto al otro. Y que cualquier controversia debe resolverse aplicando una norma consensuada y aprobada por todos, especialmente mediante una entidad que la administre con claridad y en beneficio de la verdad, en la cual todos puedan confiar.
El Estado Plurinacional y los derechos y reveses
Vivimos en un país donde nadie confía en nadie, donde nadie cree en normas ni en la justicia, y menos en las autoridades encargadas de administrarla. Solo se cree en un ritual que se celebra con marchas y bloqueos, una forma en la que expresan sus traumas y conflictos personales, sus odios y fracasos.
Esto lo hacen destruyendo las vías —que son de comunicación— pero que ellos convierten en vías de confrontación. Lo que aman, sobre todo, es marchar, bloquear, arrojar piedras y basura como una forma de exorcismo.
Para los masistas, antes que el derecho humano de todos por igual, existe el derecho del masista. Al respecto, sus líderes afirman: “Somos hijos de indígenas, no podemos ser excluidos del acceso al poder y la riqueza”.
Y esto no es trabajando: es exhibiendo la cara de indígena, bloqueando y marchando.
Qué hacemos y a dónde vamos
La base productiva y el modelo económico tradicional de Bolivia se basaron, desde el inicio, en la actividad extractivista, comenzando con la plata de Potosí. Un patrón de desarrollo sustentado en los recursos naturales: plata, estaño, oro, hierro, petróleo y su explotación, en manos del Estado y algunos privados.
Nuestra experiencia en cientos de años no ha sido buena; más bien ha sido pésima, especialmente cuando la actividad productiva cayó en manos de un Estado inflado y partidizado. Por tanto, tenemos que cambiar de enfoque. Para poder solucionar nuestras carencias y avanzar, debemos entender cuál es el problema y, además, contar con un instrumento operativo: un partido político democrático y liberal, un programa y una estructura para hacerlo realidad.
Modelo de desarrollo sostenible
En los países desarrollados —especialmente los anglosajones— que tienen la economía y el nivel de vida más exitosos del planeta, se cree en el individuo y en los logros personales, donde las ideas no tienen fronteras y deben recorrer el mundo de manera libre y abierta.
A su vez, los movimientos de mercancías y capitales deben ser reducidos a lo indispensable, ahorrando transporte y combustibles.
En estos países se considera que la institucionalización y modernización son aspectos básicos de la eficacia y competitividad, entendida esta como la capacidad de un sistema para atender y resolver problemas que hoy resultan casi imposibles de enfrentar.
Nuestra propia experiencia, así como la internacional de estos países exitosos, nos enseña que, para progresar, se necesita un Estado reducido y eficiente, un equipo de profesionales formados en generar valor, con ética y respeto a las personas y al medio ambiente.
Con experiencia en gestión, para así trabajar en el ámbito público de manera innovadora y productiva. Así, el Estado podría volverse más pequeño, más barato, más eficiente, con menos operadores políticos y más especialistas verdaderos. Las instituciones responderían a objetivos claros y de interés para la comunidad, en lugar de intereses particulares.
Por ejemplo, un técnico en salud pública diseñaría políticas sanitarias basadas en evidencia, no en cuotas electorales. Un experto en transporte planificaría rutas y sistemas con criterios de vialidad y viabilidad, no con base en encuestas de popularidad.
El resultado sería un aparato estatal ágil, capaz de servir a la ciudadanía en lugar de servir a los políticos.
Modelo liberal y economía sostenible
La propuesta liberal para el desarrollo del país es volcarse a la generación de valor vía capital humano, innovación, inteligencia artificial, diversificación productiva, productividad e industrialización en manos de empresarios innovadores.
Este enfoque requiere seguridad jurídica, lo cual implica un Estado reducido, democrático y con capital humano producto de la formación ética y la educación.
Una educación que consolide el valor humano, pues el "vivir bien" de la sociedad es el objetivo de la economía, con un modelo productivo basado en la innovación y la proactividad.
En síntesis:
Un patrón de desarrollo integral, con manejo sostenible de los recursos naturales, sostenibles y ecológicos; capital humano educado en innovación, tecnología e industrialización, y con principios y valores humanos, ética y democracia.
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