
La selección ecuatoriana enfrenta este martes (21:30, hora boliviana) en Lima la gran oportunidad de asegurar su clasificación al Mundial de 2026. Lo que parecía un objetivo lejano en los primeros compases del proceso, está ahora a solo 90 minutos de concretarse. Pero al frente tendrá a un rival herido, al borde del abismo y con el orgullo nacional como último combustible.
Perú, penúltimo en la tabla y con escasas chances matemáticas, se juega su última carta en casa. Cualquier resultado que no sea una victoria podría sellar su eliminación. Esa desesperación convierte al local en un adversario peligroso: cuando no queda nada por perder, todo puede pasar.
Ecuador, en cambio, llega con el impulso de los números. Segundo en la tabla con 24 puntos, con la mejor defensa del torneo (solo cinco goles recibidos en 15 fechas), y una racha de ocho partidos sin derrotas, el equipo de Sebastián Beccacece está cerca de cerrar una eliminatoria que ha sabido remontar desde sus turbulentos comienzos. Un empate podría ser suficiente, pero la ambición es clara: sumar de a tres y sellar el pasaje a Norteamérica.
Sin embargo, el dato histórico juega en contra: la Tricolor no gana en Lima desde 2009. Además, arrastra una deuda ofensiva que preocupa: apenas ocho goles en nueve partidos bajo el mando de Beccacece. La ausencia de Enner Valencia en el último partido frente a Brasil se sintió, y aunque su presencia ante Perú aún es duda, el técnico argentino ha sido criticado por no convocar un reemplazo natural.
“Vamos a buscar el arco rival con más hombres”, prometió Beccacece, aunque su plan ante Brasil —salir sin un delantero definido— generó inquietud en la afición. Ecuador sabe defender, pero para estar en el Mundial, también necesita demostrar que puede atacar con eficacia.
Lima puede ser el escenario donde se dé ese salto de calidad. La madurez de un equipo se mide en partidos como este: cuando hay presión, historia en contra y un rival jugándose la vida. Y también cuando se necesita dar una señal clara al continente: Ecuador no solo quiere clasificar, quiere crecer como selección.
Perú, por su parte, se aferra al último hilo de esperanza. Con Paolo Guerrero como estandarte simbólico y jóvenes como Luis Ramos tratando de refrescar el equipo, el técnico interino Óscar Ibáñez ha traído cierto orden tras las caóticas gestiones de Reynoso y Fossati. Pero el margen de error es inexistente.
Ecuador tiene la ventaja en todos los frentes: defensa, dinámica, confianza y puntaje. Pero no debe confiarse. Lima no regala nada, y cualquier exceso de cálculo puede salir caro. Este martes, el desafío es tan emocional como futbolístico.
Si la Tri logra su cometido, no será solo la noche en que Perú se despidió de su sueño mundialista, será también la noche en que Ecuador firmó su quinta presencia en una Copa del Mundo.