El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de emitir un lapidario informe sobre la situación de la economía boliviana, que refleja la urgencia de dar un brusco golpe de timón para evitar un colapso de grandes proporciones.
En su informe correspondiente a la Consulta del Artículo IV de 2024, el FMI subraya la precariedad financiera de Bolivia, destacando la disminución de las reservas internacionales, el alto déficit fiscal y la devaluación urgente de la moneda como aspectos cruciales para comprender la profundidad de la crisis. que atraviesa el país.
Desde que asumió el poder, dice el documento, el gobierno de Luis Arce ha insistido en un modelo económico insostenible que no ha logrado abordar los desequilibrios estructurales que hoy lastran al país. La actual política económica, basada en subsidios, controles de precios y restricciones a las exportaciones, ha llevado a un estancamiento económico que, según el FMI, se traducirá en un crecimiento moderado del 1,6% en 2024 y una proyección del 2,2. % a mediano plazo, muy por debajo de las expectativas necesarias para asegurar el bienestar social.
La advertencia del FMI es sombría: Bolivia necesita un ajuste fiscal gradual, que incluya una devaluación inicial de la moneda, como parte de un proceso de corrección más amplio. Esta recomendación es una de las más impactantes, ya que, a pesar de que la administración de Arce ha mantenido un tipo de cambio sobrevaluado en un intento por preservar la competitividad, la realidad es que este enfoque ha llevado a un desequilibrio macroeconómico con efectos devastadores.
La escasez de divisas, la alta inflación (que alcanzó el 9,97% en 2024) y la creciente deuda pública (casi 84% del PIB) son prueba palpable de la ineficacia de las políticas implementadas.
El FMI enfatiza que Bolivia debe abandonar las políticas actuales para evitar un ajuste desordenado, que podría ser devastador tanto para la economía como para las clases más vulnerables. Entre las recomendaciones más urgentes se encuentra la de implementar una paridad cambiaria flotante con bandas, lo que permitiría una mayor flexibilidad en el mercado de divisas y una acumulación más efectiva de reservas internacionales.
Las recomendaciones del FMI no se limitan a la política cambiaria. El informe también hace hincapié en la necesidad de realizar reformas estructurales que favorezcan la inversión privada, la competitividad y la productividad. Un enfoque clave para lograr esto es la mejora del marco regulador para sectores estratégicos como el gas y el litio, dos pilares fundamentales para el futuro económico de Bolivia.
Lo que está claro es que Bolivia está al borde de una crisis que podría ser catastrófica si no se implementa un viraje urgente. Las políticas de subsidios y controles que han caracterizado la administración de Luis Arce no sólo han sido ineficaces, sino que han contribuido a agudizar los desequilibrios estructurales que hoy amenazan la estabilidad económica del país.
El FMI ha ofrecido una hoja de ruta para salir de este abismo, pero será necesario un cambio decisivo en la dirección política y económica del país para evitar lo que parece un futuro inevitable de ajustes draconianos y mayor pobreza.