La historia política de Carlos Mesa Gisbert, expresidente y periodista boliviano, está marcada por contradicciones, ambigüedades y decisiones que, lejos de consolidar un liderazgo íntegro, lo posicionaron como un actor clave en la perpetuación del poder del Movimiento al Socialismo (MAS) y el ascenso de Evo Morales. Desde su ruptura con Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) hasta su intervención para impedir la presidencia de Hormando Vaca Díez, Mesa dejó tras de sí un rastro de alianzas políticas cuestionables y acciones que favorecieron el proyecto socialista en Bolivia.
La traición a Sánchez de Lozada fue el episodio más bochornoso que se le recuerda. Carlos Mesa saltó a la escena política como el binomio de Gonzalo Sánchez de Lozada en las elecciones de 2002. Con el tiempo se supo que había recibido más de un millón de dólares para aceptar la candidatura. Sin embargo, su paso por la vicepresidencia estuvo lleno de tensiones y desencuentros. Durante los conflictos de octubre de 2003, conocidos como la "Guerra del Gas", Mesa no solo se distanció de Goni, sino que también se convirtió en una de las figuras que contribuyeron a su derrocamiento. En una jugada que muchos interpretaron como oportunismo, Mesa se desvinculó del gobierno en medio de la crisis, declarando que no respaldaría la represión ni las políticas del presidente. Este acto fue visto por amplios sectores como una traición, un intento de salvar su propia imagen pública mientras Goni se hundía en un mar de protestas.
El resultado fue claro: con Sánchez de Lozada exiliado en los Estados Unidos, Mesa asumió la presidencia bajo la promesa de liderar un gobierno de transición. Sin embargo, su incapacidad para tomar decisiones firmes y su constante vacilación terminaron debilitando su gestión. Este período de incertidumbre fue capitalizado por Evo Morales y el MAS, quienes se consolidaron como la fuerza política dominante del país.
El vínculo con Evo Morales y el MAS fue evidente desde sus inicios, cuando Mesa comenzó a inclinarse como simpatizante del chavismo y se prestó para que en Bolivia ingresara el Socialismo del Siglo XXI.
Aunque Carlos Mesa se presentó ante la opinión pública como un crítico del MAS, la realidad muestra un trasfondo de relaciones y decisiones que facilitaron el ascenso de Evo Morales al poder. Durante su presidencia, Mesa adoptó una postura conciliadora hacia el movimiento cocalero liderado por Morales, permitiéndole ganar terreno político y social. Además, su dimisión en 2005 allanó el camino para que el MAS se posicionara como la principal fuerza electoral. Sin olvidar que el indulto presidencial que le otorgó facilitó a Evo Morales un control casi absoluto sobre el país.
Un aspecto clave de esta relación fue la alianza implícita entre Mesa y Salvador Romero, entonces presidente de la Corte Nacional Electoral. Romero, conocido por su cercanía al MAS, jugó un papel fundamental en la organización de los cómicos que llevaron a Evo Morales a la presidencia. La falta de oposición real y la inacción de Mesa en este contexto refuerzan la idea de que su papel como líder político favoreció los intereses del Socialismo del Siglo XXI.
La afinidad con Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina es otro aspecto relevante en la trayectoria de Carlos Mesa. Su entrañable amistad con los otros dos políticos que, al igual que él, nunca fueron perseguidos por el MAS—Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina—es ampliamente conocida. Ambos, al igual que Mesa, han sido figuras recurrentes en la política boliviana, conocidos por sus estrategias de negociación y acuerdos con el oficialismo que, en muchos casos, les garantizan la impunidad, los espacios de poder y la facilitación de la nueva Constitución Política del Estado. , que hoy es objeto de críticas por amplios sectores del pueblo boliviano.
Esta falta de persecución, en contraste con otros líderes opositores, refuerza la percepción de que Mesa, Quiroga y Doria Medina han sido actores funcionales al régimen del MAS, privilegiando sus intereses personales por encima de una oposición real y efectiva.
Clara prueba de esto es el comportamiento que tuvo con Hormando Vaca Díez, donde quedó evidenciado su rechazo a la región oriental, más propiamente al "camba". La lucha por la presidencia fue uno de los episodios más controvertidos de su trayectoria política. Su oposición a que Hormando Vaca Díez asumió la presidencia tras su renuncia lo marcó en el tiempo. Recordemos un poco de historia: en 2005, en medio de una profunda crisis política y social, Mesa decidió abandonar el cargo argumentando que su gobierno había perdido legitimidad. Según la línea de sucesión constitucional, la presidencia debía recaer en Vaca Díez, presidente del Senado y representante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Sin embargo, Mesa maniobró para evitar que Vaca Díez asumiera el cargo, argumentando que su designación podría exacerbar las tensiones en el país. Esta decisión fue ampliamente criticada, ya que se interpretó como una forma de favorecer indirectamente a Evo Morales, quien emergía como el líder indiscutible del descontento popular. Al final, la presidencia recayó en Eduardo Rodríguez Veltzé, presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien organizó las elecciones que consagraron a Morales como presidente en 2006.
Con un legado de ambigüedades, Carlos Mesa se retira de la contienda presidencial en 2025, dejando tras de sí un emisario político lleno de claroscuros. Su paso por la historia de Bolivia estará marcado por su capacidad para capitalizar crisis, su papel en la consolidación del MAS y sus constantes vacilaciones en momentos clave. Aunque algunos lo ven como un intelectual comprometido con la democracia, otros lo consideran un oportunista que, bajo la bandera de la conciliación, terminó favoreciendo los intereses de quienes buscaban perpetuar el poder.
En una Bolivia que sigue luchando por superar las divisiones políticas y construir un liderazgo sólido, la figura de Carlos Mesa será recordada como un reflejo de las contradicciones de un país que busca reconciliar su pasado con su futuro.
Haber sido posicionado como el “voto útil” de las elecciones pasadas por un grupo de poder de políticos andinos, con encuestas dirigidas, le sirvió para contar con una de las bancadas más traicioneras de la Asamblea Legislativa que, junto con otros legisladores corruptos de Creemos. , le dieron respiro al actual gobierno en leyes perjudiciales para el pueblo boliviano.
No nos olvidemos de que el show continúa, esta vez con un espectáculo reciclado: una estrategia similar se está cocinando, donde el flamante excandidato se estrenará como vocero oficial de la “gran unidad de la nueva izquierda nacional”. Porque claro, ¿quién necesita innovación cuando puedes vestir a la misma chola con un vestido de gala y llamarlo cambio?
Y hablando de reciclaje, no olvidemos el pasado ilustrador de Carlos Mesa: un hombre tan pragmático que no tuvo reparos en aceptar el indulto de Evo Morales, compartiendo honores con Tuto Quiroga. Eso, por supuesto, sin mencionar su papel estelar en la desastrosa estrategia boliviana ante La Haya contra Chile, donde logramos un récord histórico... de humillación.
¡Chau, chau…! ¡Adiós! Que tus sombras de historiador te encuentren con otro libro donde quedarse, de esos que destapan lo que todos saben y callan, pero igual murmuran. ¡Seguro será una lectura de terror... o de comedia, según quién lo lea!