
La carrera presidencial de 2024 en
Estados Unidos ha entrado en su fase decisiva, y tanto Donald Trump,
expresidente y candidato republicano, como Kamala Harris, actual vicepresidenta
y candidata demócrata, están concentrando sus esfuerzos en los estados clave
que definirán el resultado final. Las tensiones son palpables mientras ambos
candidatos ajustan sus estrategias para ganarse el apoyo en un entorno político
altamente polarizado.
Uno de los temas más candentes de la
campaña es el aborto, un tema que los demócratas intentan capitalizar para
movilizar a sus bases. Kamala Harris ha sido clara en su postura a favor de los
derechos reproductivos, lo que le ha permitido ganarse el apoyo de gran parte
del electorado progresista y femenino. En contraposición, Donald Trump ha
evitado adoptar una posición firme, insistiendo en que la decisión debe dejarse
a los estados. Esta ambigüedad ha generado incertidumbre entre sus seguidores
más conservadores, pero también le permite evitar divisiones internas en el
Partido Republicano.
Kamala Harris, en un maratón mediático,
ha aprovechado espacios de alto perfil como el "The Howard Stern
Show" y "The Late Show with Stephen Colbert" para llevar su
mensaje a millones de votantes. Su campaña se ha centrado en temas como la igualdad
racial, los derechos de las mujeres y la protección del medio ambiente. Estos
esfuerzos, reforzados por el respaldo del expresidente Barack Obama, buscan
asegurar los votos en estados como Michigan, Nevada y Arizona, donde los
márgenes de victoria son especialmente estrechos.
Por su parte, Donald Trump no ha perdido
tiempo en fortalecer su presencia en los estados bisagra. Wisconsin, un estado
que perdió en 2020 frente a Joe Biden, ha sido una de sus prioridades. Durante
su cuarta visita en apenas ocho días, Trump reunió a sus seguidores en un mitin
en Juneau, donde reiteró su compromiso con la reducción de impuestos y el
control de la inmigración. Sin embargo, sus ataques más duros se centraron en
Kamala Harris, a quien acusó de incompetencia en la gestión de la respuesta
federal ante el huracán Helene, que azotó el sureste del país. "Se trata
de alguien que va a robarte tu fortuna y abandonarte cuando suban las
aguas", advirtió el exmandatario, en un esfuerzo por presentar a Harris
como una amenaza para la seguridad económica de las familias estadounidenses.
El panorama electoral se complica aún más
con el antecedente del intento de asesinato que Trump sufrió en Pensilvania en
julio de 2024. Este incidente ha añadido una nueva capa de dramatismo a su
campaña, en la que él mismo se presenta como una figura perseguida por las
élites políticas. En su reciente regreso a Butler, Pensilvania, Trump fue
recibido con entusiasmo por sus seguidores, quienes ven en él al líder que
desafía al sistema establecido. Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y
propietario de X, ha sido un aliado clave en la difusión de su mensaje,
ampliando su alcance a través de redes sociales.
A medida que se acerca el 5 de noviembre,
la carrera se perfila como una de las más reñidas en la historia reciente de
Estados Unidos. Los sondeos muestran a Trump y Harris prácticamente empatados,
lo que ha desencadenado una frenética batalla por convencer a los votantes en
los siete estados clave: Michigan, Arizona, Nevada, Wisconsin, Pensilvania,
Georgia y Carolina del Norte. Estos estados, conocidos como
"péndulos", determinarán el resultado final debido al peculiar
sistema de sufragio universal indirecto de EE. UU., en el que los votos del
colegio electoral varían de un estado a otro.
Kamala Harris también ha intensificado su
campaña en Wisconsin, un estado con fuerte simbolismo para el Partido
Republicano, ya que fue allí donde nació en 1854. Acompañada por la republicana
anti-Trump Liz Cheney, Harris ha tratado de atraer a los votantes moderados y
desencantados con el expresidente. Su mensaje ha sido claro: esta elección es
una oportunidad para defender la democracia y avanzar hacia un futuro más
inclusivo.
Con la participación de Barack Obama, la
campaña de Harris también espera fortalecer su apoyo en Pensilvania, donde el
expresidente hará campaña en Pittsburgh, uno de los bastiones industriales más
importantes del país. Obama, aún una figura influyente en el electorado
demócrata, ha recaudado millones de dólares para la campaña de Harris, un
respaldo vital en la recta final de esta contienda.
El destino de Estados Unidos pende de un hilo, y en los próximos días, cada voto podría hacer la diferencia en una elección que no solo enfrenta a dos candidatos, sino a dos visiones radicalmente diferentes del futuro del país.