En los últimos días, hemos sido testigos
de un espectáculo político que bien podría llamarse el Gran Circo de la
Política Boliviana. Los protagonistas de siempre han salido a escena, como si
se tratara de un mal reality show. En esta ocasión, el telón se levanta con la
noticia de que Evo Morales, el eterno protagonista de los titulares, inicia una
marcha, se retira de la misma y vuelve a pedido de las bases, porque
consideraban que retirarse era un acto de cobardía. Una marcha que,
curiosamente, no es de él, sino del "pueblo". ¡Qué revelación!
Porque, claro, Evo solo está ahí como un humilde espectador... Mientras pasa la
mayor parte de este ejercicio agotador desde la comodidad de una vagoneta de
lujo, financiada quizás por alguna "clienta" de sus productos
agrícolas, o tal vez no tan agrícolas... ¿Quién sabe? Seguramente es una
compradora habitual de coca, ¿o será de cocaína? ¡Ja!
Evo y el Arte de Zafar a Tiempo lo
conocemos desde cuando era un simple diputado y bloqueador, para luego
convertirse en presidente. Según este personaje nefasto de nuestra historia,
"la marcha no es de Evo", y como lo han satanizado, criminalizado y
casi crucificado, ha decidido jugar con la opinión pública, primero haciendo
notar su intención de abandonar el barco. "La marcha es del pueblo, no de
Evo", afirmaba con la misma convicción con la que en el pasado se aferraba
al poder como si no hubiera un mañana. ¿Pero quién se lo cree? Como buena rata,
Evo siempre prefiere saltar antes de que el barco se hunda, dejando que el pueblo
asuma las culpas y las derrotas que él mismo ayuda a construir. Mientras tanto,
nuestro mal querido presidente y nunca bien ponderado Luis Arce, ese que
supuestamente lleva las riendas, mira desde las sombras, probablemente
preguntándose cómo demonios llegó a este lío.
Es curioso cómo, justo cuando las cosas
empiezan a ponerse feas para su excontador y actual presidente “Lucho”, Evo
Morales decide darle un matiz de intriga y suspenso, alegrándole un breve
momento a Ali Baba “Tilín” y a sus ladrones más cercanos, haciendo pública su
intención de apartarse. Claro, porque cuando el caos que él mismo ha provocado
empieza a volverse incontrolable, ¿qué mejor que hacerse el desentendido? Y en
ese breve tiempo, antes de su retorno a pedido de las bases, las facciones
internas del MAS se pelean por ver quién se queda con el trono. Porque, como
siempre, el poder es el botín más codiciado para estos viciados.
Y ahí aparece Lima, nuestro ministro de
"Justicia". Sí, el mismo que no hace mucho tiempo proclamaba con
bombos y platillos: "¡Evo, tu tiempo se ha acabado!" Qué risa. El
ministro Lima, como siempre, sale al frente con palabras vacías y justicia a
medias, ya que el enemigo ahora es el MAS más peligroso de enfrentar. Camacho,
con su idiotez y con un pueblo cobarde, fue el enemigo más débil que tuvieron
al frente. En esta ocasión, como nos tiene acostumbrados, Lima decía que el
Gobierno actuaría con la Constitución en la mano y que no permitiría más luto
por culpa de un "trastorno". Pero, claro, cuando dice que "¡Evo
Morales, tu tiempo se ha acabado!", uno no puede evitar soltar una risa
sarcástica. Lima se presenta como el zar de la justicia, pero a estas alturas
nadie le cree. Porque, siendo sinceros, ¿dónde estaba toda esta energía para
actuar con justicia cuando se trataba de poner orden dentro del MAS?
Lima tiene una tarea pendiente que parece
que jamás se va a resolver: lidiar con un enemigo que no solo es político, sino
también líder de un cartel. Porque Evo Morales no es solo un expresidente, es
el jefe del partido del presidente actual, y, según rumores que ya parecen más
que confirmados, también el jefe del cartel del Chapare. Así que, si Lima es
tan valiente como quiere hacernos creer, debería aplicar su famosa
"justicia constitucional" y proceder de la misma manera en que lo
hizo con Camacho. Pero, claro, el caso de Evo es diferente. ¡No podemos
encarcelar al gran caudillo del MAS, por favor!
Y como siempre, en estas pugnas, no podía
faltar la oportunidad para que algún político quiera sobresalir y aparecer en esta
tribuna. Y no podía faltar la aliada de Arce Catacora, Eva Copa, quien quiere
pasar de Guerrillera de Salón a Defensora del Pueblo. Y para añadir más sal a
la herida, la novia del KEN alteño, la alcaldesa de El Alto, ha decidido
subirse al escenario, lista para defender su ciudad de la marcha de Evo. Según
ella, los alteños no permitirán que la marcha "convulsione" la
ciudad, y ella estará ahí, "dando la cara" como toda una heroína de
novela. Lo curioso es que Copa, la misma que en su momento apoyaba la
legitimidad de Jeanine Añez y luego se desdijo como quien se cambia de
camiseta, ahora se ha reinventado como la nueva guerrillera dispuesta a
enfrentarse a su exjefe.
La transformación de Eva Copa es un
ejemplo perfecto de cómo en la política boliviana no hay enemigos permanentes,
solo intereses. Ella, que antes respaldaba un gobierno transitorio, ahora se
presenta como la gran defensora del pueblo. Pero no nos engañemos: quien actúa
con falsedad una vez, lo hará siempre. Y en política, los principios son tan
flexibles como un elástico.
Reflexiones
Finales: El Juego de la Política
Todo este espectáculo nos lleva a una
reflexión que ya no sorprende a nadie: en Bolivia, la política es un juego de
poder, intereses y traiciones, donde los ideales se cambian por conveniencia y
donde las grandes figuras nunca son lo que parecen. Evo Morales, que alguna vez
fue el símbolo del cambio, ahora se enfrenta a su propio ocaso, mientras que
aquellos que antes lo aplaudían, como Eva Copa, ahora son sus detractores más ruidosos.
Lo que es importante resaltar es una
afirmación de la alcaldesa de El Alto, quien sostiene que Evo Morales está
jugando su última carta para recuperar el poder. Así como ella está convencida
de este hecho, creemos también que el futuro de Arce Catacora está en manos de
la ciudad de El Alto. Si la marcha logra su cometido de traspasar esta supuesta
muralla de contención, podríamos afirmar que “Tilín” tendría que preparar su
carta de renuncia o convocar anticipadamente a las elecciones de 2025, sin dejar
de lado su puesto presidencial, tal como ocurrió con Siles Suazo.
Para quienes no saben, Siles Suazo, ante
la imposibilidad de dar solución a la crisis económica y al empantanamiento
político, tal cual como sucede ahora en Bolivia, optó por la huelga de hambre,
pero como esta no viabilizó la solución de los problemas fundamentales, la
Iglesia Católica medió para la suspensión de la actitud presidencial, abriendo
un nuevo camino: la negociación del gobierno con todos los partidos políticos
con representación parlamentaria. En esa oportunidad, se llegó a un acuerdo
cuyos puntos básicos eran el acortamiento del período presidencial en un año y
la convocatoria a elecciones generales para mediados de 1985. Económicamente,
Bolivia estaba quebrada. Además, se desencadenó una hiperinflación (27 000 %)
que destruyó el poder adquisitivo de los asalariados, llevando al país a la
anarquía… ¿Muy parecida la historia, no ve?
En Bolivia nunca se ha visto una marcha
por una candidatura, es verdad. ¿Una marcha por la soberbia de una persona, por
la ambición personal o de un grupo de poder del narcotráfico? Es la pregunta
que nos deberíamos hacer todos los bolivianos. Todos en este país saben de qué
es capaz Evo Morales para lograr su objetivo; le gusta el dolor, el luto y la
muerte, a eso viene, sabiendo que al frente tiene a un presidente sin la
credibilidad de la población, un presidente considerado como uno de los más
incapaces y mediocres que se han sentado en el sillón presidencial.
¿Y el pueblo? El pueblo, como siempre, es
el que paga el precio de estas luchas internas. El circo sigue, con nuevas
caras y viejos trucos, y nosotros, los espectadores, nos quedamos esperando el
siguiente acto de esta tragicomedia.
Así que, mientras el Gran Circo de la
Política Boliviana sigue su curso, abróchense los cinturones. Porque, aunque
los actores cambien, el guion sigue siendo el mismo: poder a toda costa, aunque
el pueblo siga pagando el precio.
Y la gran pregunta que deberíamos hacernos es: ¿qué pasará si Evo Morales consigue lo que tanto desea, su habilitación inconstitucional? ¿Seguiremos siendo simples espectadores de este circo? Bolivia está al borde del abismo, y ya no es solo el peligro de mantener a un gobierno incapaz, sino el riesgo real de que Evo regrese para hundirnos aún más. Tal vez sea momento de dejar de aplaudir y comenzar a reflexionar, porque el guion ya lo conocemos.