Hace unos meses, las insensibles declaraciones de Luis Arce mostraron claramente que al régimen del MAS poco y nada le importa que miles de bolivianos sigan huyendo del país en busca de mejores condiciones de vida, sin contemplar los padecimientos que deben enfrentar los que se van y los que se quedan, especialmente niños y adolescentes que se crían sin sus padres.
Como buen experto en caja, ingresos y egresos, el mandatario celebró el hecho de que los migrantes ayuden a sostener la economía boliviana mandando remesas que cada vez baten récords, lo que muestra que la realidad nacional es muy distinta al panorama paradisíaco que pinta el gobierno, pues en Bolivia no hay trabajo, el dinero no alcanza, los empleos son precarios, al punto que nuestro compatriotas prefieren un puesto de semiesclavitud en Buenos Aires o São Paulo.
A nuestras autoridades no les duele ver a la gran cantidad de bolivianos que son deportados de Chile como si fueran delincuentes luego de haber pasado peripecias para llegar a su destino. Tampoco les molesta que sean víctimas de tratantes de personas, como esas 69 personas expulsadas de España por tener visas falsificadas. Cuánto habrán pagado para obtenerlas y de seguro han tenido que empeñarlo todo para conseguir el dinero y buscar días mejores para ellos y sus familias.
La migración boliviana no es solo un fenómeno estadístico, es una historia de supervivencia, adaptación y, a menudo, de silenciosas luchas cotidianas. Según datos recientes, los bolivianos han enviado al país la cifra récord de 1.287 millones de dólares en remesas entre enero y noviembre de 2023, lo que subraya la importancia económica de esta diáspora. Más allá de los números, la migración tiene un rostro profundamente humano y, notablemente, femenino.
Con el 53, 05% de migrantes mujeres, Bolivia nos muestra un espejo de la feminización global de la migración. En países como España, las bolivianas se involucran principalmente en el sector del cuidado y servicios domésticos, mientras que los hombres se orientan hacia la construcción y trabajos industriales.
Es alarmante la escasez de información detallada y confiable sobre la migración en los medios de comunicación bolivianos, un "desierto informativo" que no sólo deja a las familias desinformadas sino que también perpetúa estereotipos y prejuicios. La migración es un tema rico en contextos y matices que merece ser tratado con profundidad y sensibilidad, no reducido a casos aislados de criminalidad o economía.
Necesitamos políticas más humanas y efectivas en torno al fenómeno migratorio, de tal manera de mejorar las condiciones y protecciones para los migrantes a lo largo de las rutas más peligrosas. La migración boliviana es un reflejo de la intersección de la economía, los derechos humanos y las políticas internacionales. Cada boliviano que migra lleva consigo no solo sueños y esperanzas, sino también el potencial para enseñarnos sobre resiliencia, adaptabilidad y la necesidad de una mayor compasión y comprensión en nuestra política migratoria global.
