Editorial

Bolivia, bajo grave sospecha

En un contexto internacional marcado por la recrudecida hostilidad entre Israel e Irán, ha desatado las alarmas en el mundo la estrecha relación que tiene Bolivia con Irán...

Editorial | | 2024-04-18 00:10:00

En un contexto internacional marcado por la recrudecida hostilidad entre Israel e Irán, ha desatado las alarmas en el mundo la estrecha relación que tiene Bolivia con Irán, país con el que firmó el año pasado un acuerdo en materia de seguridad y defensa.

La preocupación se intensifica cuando la ministra de seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, ha denunciado públicamente que el acuerdo mencionado facilita la presencia de cientos de miembros de la guardia revolucionaria iraní dedicados a promover el terrorismo en el mundo y darle apoyo a las actividades de grupos chiíes como Hezbollah en Líbano.

Argentina, cuya justicia acaba de emitir un fallo responsabilizando a Irán por los atentados ocurridos en 1992 y 1994 contra la Embajada de Israel y la AMIA, ha reforzado el control en la frontera con Bolivia y Paraguay, porque, según Bullrich, existe evidencia de actividades de facciones terroristas que gozan de la protección política. La intranquilidad no sólo ha sido expresada por los argentinos, sino también por autoridades chilenas y además se ha alertado de la entrega ilegal de pasaportes bolivianos a ciudadanos iraníes.

No se trata únicamente de una cuestión geopolítica lejana, sino del peligro latente de que se repitan hechos lamentables como los de Buenos Aires, donde la comunidad hebrea es una de las más numerosas del mundo. Lo grave del caso es que no es la primera vez que Bolivia es objeto de este tipo de señalamiento y cada vez hay más evidencias de que nuestro territorio se ha convertido en la plataforma del expansionismo de la nación persa en el continente.

La reacción de Argentina no es simplemente una posición diplomática, sino una necesidad palpable de asegurar su territorio ante potenciales amenazas, mientras que la colaboración de Bolivia con Irán pone al país en el radar de conflictos internacionales.

Si Irán se acerca a Bolivia no es porque tenga interés de cooperar en áreas que le interesen a la población. No estamos hablando de una potencia que pueda ayudarnos en la transferencia de tecnología, en modelos de producción o con algún tipo de ayuda social, ya sea en la salud o en la educación. Su interés es netamente bélico, geopolítico y expansionista, ambiciones que comparte con Rusia, otro de los aliados de este eje de naciones que perturban la paz mundial.

La seguridad de América Latina no puede verse comprometida por alianzas que pudieran tener repercusiones adversas en el tejido de paz y seguridad del continente. Las acciones de todos los países involucrados deben estar guiadas por un compromiso inquebrantable con la paz y la seguridad, no solo regional, sino global. ¿Quiere Bolivia pasar a la historia como el país que encendió el avispero en la región? ¿Esta dispuesto el gobierno de Arce a asumir las consecuencias de la irresponsable política de promoción del terrorismo?