Terminamos un año donde la ironía y el cinismo sobresalió en nuestra realidad política a nivel nacional y ni que decir a nivel regional. Somos distintos, pero en el fondo los bolivianos aprendimos a hacer política de una manera pervertida ante los ojos de la sociedad. Los políticos adaptaron las ficciones a nuestras idiosincrasias locales y le dieron el toque final con acertadas mitomanías, que hicieron creer, que quien hablaba era el más adecuado, el elegido y el mayor vendedor de ilusiones.
Prometieron transparencia total; después de todo, era más fácil robar cuando todos estaban mirando hacia otro lado, cegados por las promesas de quien aparecía en tik toks hecho el del cash.
En la búsqueda de una justicia imparcial, se dieron cuenta todos, que la balanza estaba bien equilibrada... con oro por un lado y esperanzas rotas por el otro. Lo que MAS los enorgullecía de sus vergonzosas humildades, características que exhiben en cada mansión y coche de lujo que poseen luego de una, dos o tres gestiones de poder. Cuando todos sus vecinos, amigos de infancia y amigos de sus padres, saben de sus paupérrimas vidas de inocencia. La mierda y la plata siempre se huele.
Sus compromisos con la educación siempre fueron inquebrantables, especialmente aquella enseñanza sobre cómo ignorar sus acciones y que siempre crean en sus palabras. Nos prometían y hasta ahora lo hacen, proteger nuestros derechos ciudadanos, siempre y cuando, que esos derechos no interfieran con el derecho de sus bolsillos a seguir expandiéndose.
Pero las contradicciones de nuestra convivencia en una sociedad marcada por la corrupción política, siempre nos deja ironías que son dignas de estudio cada año, esto porque no tenemos la capacidad de cambiar y lo malo se convierte en rutina. Es inaudito, que en una sociedad donde el silencio es oro, los corruptos sean los más elocuentes oradores.
Santa Cruz se ha convertido en el nido de corruptos MAS desvergonzados que la historia nos vaya a relatar. Simplemente porque en este municipio se encuentra la “marmaja” más fácil de robar o desviar. Lo impresionante es que todos quieren la silla edil, a nadie le importa irse a La Paz (como dicen eso es para los del Altiplano). Para nada, un interés que pudieran demostrar en el servicio social que podrían ofrecer. Si no, todo pasa por la oportunidad de dejarles a sus descendientes una vida bien acomodada por unas tres generaciones. Véanlo a Percy, a Angelica y ahora al propio “Tongo”.
Aquí, donde el agua limpia y los acuíferos son un lujo, lavar el dinero era y es, una necesidad básica para estas autoridades. Simplemente, porque en la tierra de los ciegos, el corrupto es rey... y el ciudadano honesto, un mito urbano. Las leyes para esta gente fueron simples telarañas, donde solo los pequeños insectos eran y son atrapados. Los grandes depredadores siempre las atraviesan sin esfuerzo.
Que irónica es nuestra sociedad, el que roba un pan va a la cárcel, pero el que roba al pueblo se convierte en presidente, gobernador, alcalde y lo que es peor en magistrado. Dicen que el crimen no paga, pero la política corrupta parece tener un excelente plan de pensiones.
En Bolivia, la única transparencia que existe es la habilidad de ver a través de las mentiras... aunque a nadie parece importarle. La corrupción es el arte de vestir a los lobos con piel de oveja y luego vender las ovejas al mejor postor. Somos los más idiotas demócratas, ya que, en una democracia corrupta, votamos no por el cambio, sino por quién nos robará de la manera más creativa. Que ironía, ¿verdad? La ironía de la corrupción es que nos vienen prometiendo construir puentes donde no hay ríos y luego se llevan el dinero destinado al puente... y al río.
La desconexión entre lo que dicen los líderes actuales del oficialismo y de la oposición, nos muestran la contradicción de una sociedad donde la corrupción política ha contaminado la convivencia humana. La hipocresía de los discursos políticos del presidente, del alcalde, del gobernador, de los congresistas, de los jefes policiales, de los militares siempre están cargadas de ironía, que muestran a seres corruptos manejando un país marcado por la pobreza y una justicia servil.
Siempre prometen luchar contra la pobreza, principalmente porque son ellos los expertos en crearla. Hablan de justicia como si fuera un plato que se sirve frío, y así es, especialmente cuando está congelada para los amigos y caliente para los enemigos. Se comprometen a construir un futuro mejor, ladrillo por ladrillo, especialmente si esos ladrillos son de oro y vienen de sus cuentas en paraísos fiscales.
Dicen tener la fórmula mágica, un plan social donde la educación y la salud alcanzará a todos los rincones de la patria y que su plan económico es sólido y robusto, ideal para sostener el peso de sus bolsillos inflados. Le dicen al pueblo de manera descarada, que creen en la igualdad para todos, donde todos, tengan la igualdad de oportunidades para ser ignorados por ellos.
Y, por último, el pueblo se está idiotizando a tal extremo, que están creyendo en aquellos políticos que los utilizan, los manipulan y que los llevan a creer que el policía corrupto debería ser el representante de la honradez y de una nueva alternativa. Es lo más absurdo percibir que la idiotez de una sociedad sigue creyendo en políticos corruptos y manipuladores. Creen firmemente en el reciclaje: reciclan políticos corruptos en héroes nacionales cada pocos años, es increíble…
Ahora mismo, están aplaudiendo la elección de policías corruptos como símbolos de honradez; después de todo ¿Quién mejor para conocer las leyes que aquellos que se especializan en romperlas? Salen de una academia, donde el principio era enseñarles a proteger a la sociedad, no servirse de ella.
Estamos viviendo en una era de iluminación, donde el humo de la corrupción nos ayuda a ver claramente a quién votar... una y otra vez. Aquí, en nuestro país, la ignorancia no es solo una bendición; es una política de estado cuidadosamente cultivada, una verdadera pena. La mayoría de los bolivianos pensantes, celebran la corrupción como una forma de arte; después de todo, requiere gran creatividad para engañar a una nación entera repetidamente o a una ciudad como Santa Cruz, o no piensan que la ex alcaldesa le robo a nuestro pueblo. Pareciera que, a muchos, les enorgullece la habilidad que tienen para ser engañados; es casi como un talento nacional en este punto.
Estamos viviendo una crítica época de convivir sin principios ni valores, en una sociedad donde el policía y el juez son los pilares de la integridad, principalmente porque saben cómo ocultar sus defectos mejor que nadie. Creemos religiosamente en el cambio, especialmente en el tipo que se desvanece tan pronto como un político asume el cargo.
El cinismo se convirtió en un deporte nacional, y todos los bolivianos se están convirtiendo en atletas olímpicos esperando ser seleccionados por el equipo de la corrupción. Se irá elegir nuevamente, si no se cambia de actitud, a líderes corruptos no porque se confíe en ellos, sino porque se admira su habilidad para robar sueños y venderlos de vuelta como promesas.
Feliz Año Nuevo, esperemos que los bolivianos cambien y que el 2024 no reflejemos la frustración y la percepción de la irracionalidad de una sociedad que continúa apoyando a líderes cuyas acciones contradicen sus promesas de integridad y cambio.