Opinión

Raíces y combate de la ira

Tribuna

| 2023-12-01 22:03:09

1. Las causas más comunes de la ira o cólera pueden ser la frustración, el estrés, la injusticia percibida, la falta de control o la provocación.

2. La frustración puede aumentar la probabilidad de agresividad, ya que puede generar sentimientos de enojo y descontento que se expresan a través de conductas agresivas.

3. Algunas formas de manejar la ira incluyen practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda, identificar y expresar las emociones de manera saludable, buscar apoyo emocional y aprender habilidades de comunicación asertiva.

El cultivo de la espiritualidad es un elemento comprobado en el dominio de la ira, aún más si dicha ira es amplificada por un ataque del maligno.

La educación, los modales ayudan, y un sistema de pensamiento y/o filosofía: El estoicismo, por mencionar uno, considera que la ira es una emoción destructiva y que se debe aprender a controlarla a través del autocontrol, la aceptación de las circunstancias y el desarrollo de la virtud de la paciencia.

San Agustín consideraba que la ira era una emoción peligrosa y pecaminosa que debía ser controlada y superada mediante el amor y la paciencia.

San Pablo advierte en sus escritos que la ira puede llevar a conductas pecaminosas y destructivas, y anima a los creyentes a controlar su ira, perdonar y buscar la paz en lugar de buscar venganza:

- "Dejen de enojarse y abandonen el furor; no se irriten, pues eso lleva al mal." (Efesios 4,31)

- "Por tanto, cada uno de ustedes debe desechar la ira, la ira y la malicia." (Colosenses 3,8)

- "No se dejen vencer por el mal, sino vence con el bien el mal." (Romanos 12,21)

Juan Pablo II recomendó: "Liberémonos de la ira y del deseo de venganza, y abracemos el perdón y la reconciliación para construir un mundo de paz y amor".

Por último, está reflexión:

En Japón, en un pequeño poblado no muy lejos de la capital, vivía un viejo samurái célebre por su habilidad con la espada.

Un día, mientras el samurái instruía a sus aprendices, se le acercó un joven guerrero, muy conocido en el lugar por su rudeza y crueldad, decidido a probarse a sí mismo derrotándole.

La forma de ataque favorita del joven era la provocación: Para ganar, provocaba a sus contrincantes con insultos y palabras hirientes. Cuando estos, cegados por la ira, comenzaban a cometer errores en combate. El joven guerrero aprovechaba para ganarles con facilidad.

Entonces cuando el joven guerrero empezó a insultar al viejo, lanzarle piedras, escupirle y decirle las peores palabras que conocía.

Ante todo, el viejo se quedó imperturbable, sin dar muestra de verse siquiera afectado por alguna de las hirientes palabras y actos vejatorios del guerrero y, como si no ocurriese nada, seguía con sus enseñanzas.

Al final del día, el joven guerrero, cansado y enfurecido, se marchó a casa.

Los aprendices, sorprendidos de que el viejo samurái hubiese soportado tantos insultos, le preguntaron:

— ¿Por qué no peleó? ¿Acaso tenía miedo?

El viejo samurái respondió:

— Si alguien se acerca con un regalo, pero tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece el regalo?

— A quién lo traía—, respondió uno de sus discípulos.

— Bien, pues lo mismo ocurre con el odio, la envidia y las malas palabras. Hasta que no las aceptas, le pertenecen a aquel que las traía. La cólera también es una decisión. La gracia de Dios nos ayuda a superar la ira, Dios nos ayuda. Dios con nosotros